Edgar Degas

Este junto al siguiente cuadro con el mismo título (en el Museo de Orsay), son las 2 pinturas de ballet más elaboradas que realizó el artista,

Se trata de una escena imaginaria, en la sala de ensayo de la ópera de París. Muestra a unas niñas estudiantes de ballet con sus madres, que están en la sala con ocasión del día de examen.

Versión muy similar a la anterior pintura, la misma perspectiva y situación. El único personaje que permanece en la misma posición es el profesor de ballet Jules Perrot, muy famoso en su época.

Este es uno de los diseños de la serie de mujeres bañándose en barreños y bañeras. Parte dela inspiración para realizar estos motivos la encontró en los grabados japoneses, de los cuales Degas era un ávido coleccionista.

Todas ellas tienen el rostro escondido al espectador. La expresión facial en este caso es prescindible, el artista busca concentrar la atención en la actividad, la anatomía y la acción de los personajes.

Se trata de uno de los primeros trabajos con la temática de las bailarinas, la cual desarrollará profusamente durante toda su carrera.

Cuando el crítico de arte Edmond de Goncourt visitó a Degas en su estudio, dijo de él: Después de grandes ensayos, experimentos y tiros de prueba en todas direcciones, él se ha enamorado de la vida moderna, y de entre todos los temas de la vida moderna, ha elegido mujeres bañándose y bailarinas."

Se conocen tres versiones de esta misma pintura, dos de ellas en el MET de New York y una, en blanco y negro, que se encuentra en el museo de Orsay, París.

Muestra el ensayo general con la emoción y todos los elementos que se utilizarán en la actuación final: escenografía, atuendos, peinados e iluminación. Destaca el trabajo de luz y sombras, un elemento recurrente en sus creaciones.

Mientras el cuadro original estaba en posición de un amigo personal del pintor, dos años después de regalárselo, se lo pidió de vuelta para hacerle unos cambios. El resultado fue la reorganización completa de los personajes.

Quitó 5 cm de izquierda y derecha, a las ves que añadió una banda de lienzo de unos 20 cm en la parte superior, para trabajar todo lo que actualmente son las niñas del escenario.

Lo interesante de este trabajo es que presenta una propuesta de contrastes en varios niveles, incluido el estilo, ya que las bailarinas están pintadas al modo impresionista y los músicos al realista. Otras contraposiciones: luz y sombra; candidez y madurez; gracia y seriedad; femenino y masculino.

Esta pintura costumbrista fue la primera que el artista logró vender a un museo, esto marcó un antes y un después en su carrera. A partir de ahora comienza a pujar por ser reconocido y poder vivir de los ingresos que generan sus obras.

La escena está ambientada en un entorno real, concretamente en el negocio de algodón que regentaba su tío Michel Musson.

Se trata de un retrato múltiple que tiene como protagonista al fagotista Désiré Dihau, amigo personal del autor.

En la parte alta, como ángeles, se alcanzan a ver los tutús resplandecientes y en movimiento, por otra parte, todos los demás integrantes de la orquesta tienen una expresión ligeramente pusilánime y además todos tocan el mismo tipo de instrumento, todo ello exalta con mucha fuerza la figura central y protagonista de la obra.

Retrato doble con toda la estética de la época, muestra a dos personajes con aspecto de desconocidos, la mujer con la vista perdida en la nada y el hombre mirando hacia otro lado. Ella en frente tiene lo que se asume es un vaso lleno de absenta, bebida que en aquel tiempo tenía una pésima fama, relacionada con llevar a las personas a la psicosis.

Una de las interpretaciones más probables es que el artista elaboró una soterrada crítica al consumo de absenta. El cuadro fue pintado en el taller del artista, utilizó modelos y los situó artificialmente un local real que él conocía: La Nouvelle Athènes, París.

Esta es una de las obras más reconocibles a simple vista del artista, ha sido ampliamente usada para imprimir láminas decorativas.

El autor hace uso de una estilística impresionista muy marcada, utilizando gruesas manchas de color para componer las gráciles figuras y los efectos de luz. Los personajes parecen estar tras el telón (el cual se ve a la derecha), preparando su salida a escena.

Para muchos críticos se trata de una de las obras más bellas del pintor. Ha sido objeto de amplios análisis sobre las proporciones y posiciones anatómicas que utiliza.

Un aspecto destacado es el recorrido natural que hace el ojo al observar el lienzo, comienza por la derecha y continua al centro, luego va a la izquierda, pero al darse cuenta de que lo que están mirando las bailarinas no aparece en el cuadro, el ojo vuelve al centro y sale por la derecha.